José Domingo Berzunza Espínola | Ropa de paca y economía circular: cómo la sostenibilidad impulsa la economía de barrio en Campeche

Ensayo de José Domingo Berzunza Espínola sobre cómo la venta de ropa americana de paca impulsa la economía circular y fortalece la economía de barrio en Campeche. Una reflexión sobre sostenibilidad, consumo responsable y el poder transformador de lo local.

José Domingo Berzunza Espínola en una tienda de ropa americana de paca en Campeche, observando prendas de segunda mano mientras conversa con una vendedora local. Imagen que representa la conexión entre la economía circular, la economía de barrio y el consumo responsable en comunidades campechanas.

En las calles, mercados y tianguis de Campeche, la venta de ropa americana de paca se ha convertido en un símbolo del ingenio popular y de la capacidad que tienen nuestras comunidades para adaptarse a los nuevos tiempos. Lo que antes era visto como una práctica marginal o de bajo poder adquisitivo, hoy representa una forma concreta de economía circular y una oportunidad para fortalecer la economía de barrio.

La ropa de paca no solo es una alternativa de consumo, sino una expresión viva de sostenibilidad. Cada prenda reutilizada prolonga su ciclo de vida y evita que toneladas de textiles terminen en los vertederos. De acuerdo con la Ellen MacArthur Foundation, cada kilogramo de ropa reutilizada evita la emisión de hasta 30 kilogramos de CO₂ y ahorra más de dos mil litros de agua. En términos ambientales, comprar o vender ropa usada es una de las acciones más simples y efectivas para reducir el impacto del consumo. Pero, además, es una actividad profundamente humana: conecta a las personas, genera empleo, dignifica el trabajo y fortalece los lazos comunitarios.

En Campeche, la cadena de valor de la ropa americana está formada por importadores, distribuidores locales y microemprendedores que venden prenda por prenda en tianguis, mercados y redes sociales. La mayoría de ellos son mujeres y jóvenes que encuentran en esta actividad una forma legítima de sustento. Detrás de cada puesto de ropa de paca hay historias de esfuerzo, creatividad y resiliencia. Son ejemplos reales de cómo la economía circular se materializa desde abajo, sin depender de grandes empresas o tecnología avanzada, solo con voluntad y trabajo.

Lo más relevante de este fenómeno es que el dinero circula dentro del mismo territorio. Lo que un vecino compra, otro lo vende, y ambos se benefician. Es la economía de barrio en su estado más puro: una red de confianza donde el valor se genera y se queda en la comunidad. La ropa de paca es, en ese sentido, una herramienta que combina sostenibilidad ambiental con desarrollo local.

La economía circular plantea que el crecimiento no depende de producir más, sino de producir mejor; que el progreso no está en desechar, sino en reusar. La economía de barrio, por su parte, sostiene que la prosperidad comienza en lo cercano, en lo que se puede ver, tocar y compartir. Cuando ambas se encuentran, surge un modelo de futuro posible: comunidades autosuficientes que consumen responsablemente, aprovechan sus recursos y construyen bienestar desde la escala humana.

El auge de la ropa americana también ha transformado nuestra cultura del consumo. Lo que antes se asociaba a la escasez, hoy es símbolo de estilo, autenticidad y conciencia ambiental. Los jóvenes, en particular, han adoptado las prendas de segunda mano como una forma de identidad y de resistencia frente al consumismo acelerado. En esa mezcla de creatividad y propósito, la moda deja de ser superficial y se convierte en una manifestación de sostenibilidad cotidiana.

Sin embargo, este modelo enfrenta desafíos importantes. La mayoría de los comercios de ropa usada operan en la informalidad, sin regulación sanitaria ni incentivos de formalización. Además, existe una competencia desigual con la industria textil nacional, que ve en la paca una amenaza más que una oportunidad. Pero con el enfoque adecuado, este fenómeno puede transformarse en política pública: capacitación, regulación inteligente, reciclaje textil y estímulos a los pequeños comercios podrían convertir la venta de ropa usada en un motor verde de la economía campechana.

La economía circular y la economía de barrio no son discursos técnicos ni modas pasajeras. Son maneras distintas de ver el mundo y de organizar la vida económica. Ambas parten del mismo principio: aprovechar lo que ya tenemos, cuidar lo que nos rodea y fortalecer lo que somos. En los barrios de Campeche, donde la gente se conoce por su nombre y el valor se mide en confianza, estos conceptos adquieren un sentido concreto y profundamente humano.

La ropa de paca, humilde y cotidiana, encierra una lección poderosa: no todo lo usado está gastado, no todo lo pequeño es débil, y no todo lo local es limitado. Cada prenda vendida, cada intercambio y cada reparación es una victoria silenciosa frente a la cultura del desperdicio. La sostenibilidad no comienza en los grandes foros internacionales, sino en los mercados, en los talleres y en los barrios donde la economía sigue latiendo con el pulso de la gente.

Como he dicho en otras ocasiones, el futuro de la economía no está en los centros financieros, sino en las comunidades que aprenden a hacer mucho con poco. La economía circular no solo recicla materiales: recicla valores, oportunidades y esperanza. En cada paca abierta, en cada prenda recuperada, se teje una historia de resiliencia que nos recuerda que el desarrollo sostenible comienza en lo más sencillo: en darle nueva vida a lo que otros dieron por perdido.

Campechano, desarrollador económico, innovador disruptivo, emprendedor serial.

Leave a reply:

Tu correo electrónico no será publicado.

Site Footer

Sliding Sidebar

Conóceme

Conóceme

Soy campechano, economista y servidor público con vocación por el desarrollo económico, la innovación y el emprendimiento. Creo en el poder de las ideas y el servicio con propósito.

Redes Sociales