
Ensayo de José Domingo Berzunza Espínola sobre la importancia de la economía circular como modelo de desarrollo sostenible y su integración con la economía de barrio en Campeche. Una visión de futuro basada en la reutilización, el valor local y la sostenibilidad comunitaria.
Introducción: un cambio necesario en la forma de producir y consumir
Durante décadas, el modelo económico dominante se ha basado en la idea de crecimiento ilimitado: producir, consumir y desechar. Este esquema lineal, que prioriza la velocidad y el volumen, ha llevado a una crisis ambiental y social sin precedentes.
Frente a este paradigma, emerge un nuevo enfoque: la economía circular, que propone cerrar los ciclos de producción y consumo, imitando la lógica de los ecosistemas naturales, donde nada se desperdicia y todo se transforma.
Desde mi experiencia en desarrollo económico, puedo afirmar que este modelo no solo es una tendencia global, sino una necesidad urgente para los territorios locales, especialmente para estados como Campeche, donde los barrios, los mercados y los pequeños negocios representan el corazón de la vida económica.
¿Qué es realmente la economía circular?
La economía circular es más que reciclaje: es una visión integral del desarrollo sostenible.
Busca transformar el actual sistema productivo lineal (extraer – fabricar – consumir – desechar) en uno circular donde los recursos se reutilizan, reparan, transforman y regeneran continuamente.
Este modelo no solo reduce el impacto ambiental, sino que genera eficiencia económica, innovación social y nuevas oportunidades de empleo.
En términos sencillos, una prenda que se repara, un envase que se reutiliza o un residuo que se convierte en materia prima son ejemplos concretos de economía circular. Pero su mayor potencial aparece cuando se conecta con lo local, con las comunidades que producen y consumen de manera consciente.
La conexión natural entre economía circular y economía de barrio
En los barrios —donde la economía tiene rostro y nombre propio—, los principios de la circularidad han existido mucho antes de ser teoría.
Ahí se practica la reutilización, la reparación, el intercambio y la producción local como parte de la vida cotidiana.
Las tiendas de barrio, las costureras, los talleres de carpintería, las panaderías y los mercados son espacios donde el ciclo económico se mantiene dentro de la comunidad. El dinero circula, genera empleo y fortalece los lazos sociales.
La economía de barrio y la economía circular se integran naturalmente porque ambas buscan reducir la dependencia externa y aumentar la resiliencia local.
Cuando un barrio consume productos locales, repara en lugar de desechar o reutiliza materiales, está practicando sostenibilidad económica y ambiental sin llamarla así.
Impacto ambiental y social: el valor de lo pequeño
Los efectos positivos de la economía circular van más allá del reciclaje.
Cada acción local tiene un efecto multiplicador:
- Ambientalmente, se reduce el uso de materias primas y la generación de residuos.
- Económicamente, se ahorran costos, se crean empleos verdes y se fortalecen los microemprendimientos.
- Socialmente, se fomenta la cooperación, la identidad y el sentido de comunidad.
En Campeche, por ejemplo, los pequeños mercados, los comercios familiares y los emprendedores que reutilizan materiales están construyendo, sin saberlo, un modelo de circularidad popular.
Cada costurera que convierte retazos en bolsas o cada comerciante que evita plásticos desechables está participando en una nueva economía campechana, más limpia, solidaria y consciente.
El reto: pasar de la práctica espontánea a la política pública
El desafío está en estructurar y escalar estas prácticas.
México y Campeche necesitan avanzar hacia políticas públicas que reconozcan y apoyen la economía circular desde lo local.
Esto implica:
- Crear programas de capacitación para negocios y oficios que fomenten la reutilización y reparación.
- Establecer centros de reciclaje y acopio barrial con incentivos para su formalización.
- Promover alianzas entre diseñadores, artesanos y emprendedores para el aprovechamiento de residuos.
- Incluir la economía circular en los planes de desarrollo urbano y económico como eje transversal.
No se trata solo de cuidar el ambiente, sino de rediseñar la estructura económica hacia un modelo más equitativo, sustentable y humano.
Conclusión: circularidad con identidad
La economía circular, vista desde los barrios, no es una moda ni un discurso ambientalista.
Es una filosofía de vida que revaloriza lo cercano, lo artesanal y lo duradero.
En una época dominada por la obsolescencia y el consumo rápido, recuperar la lógica de la reutilización es un acto de resistencia económica y cultural.
Campeche, con su red de mercados tradicionales, productores locales y comunidades solidarias, tiene las condiciones para convertirse en modelo de economía circular con identidad regional.
Como he sostenido en distintos foros, el futuro no se construye desde los grandes centros financieros, sino desde los barrios, los oficios y las manos que saben transformar.
La economía circular no solo recicla materiales: recicla esperanza, oportunidades y sentido de pertenencia.




