José Domingo Berzunza Espínola | La teoría de la complejidad económica: del conocimiento al desarrollo territorial sostenible

Pepe Berzunza platicando con el Dr. Ricardo Hausmann sobre la teoría de la complejidad económica y el valor del know-how productivo como herramienta para el desarrollo sostenible e institucional de las ciudades.

Durante décadas, los economistas intentaron explicar por qué algunas naciones o regiones crecen más rápido que otras. Las respuestas tradicionales —infraestructura, inversión extranjera o estabilidad macroeconómica— resultaron insuficientes para capturar un factor esencial: la complejidad del conocimiento que sostiene una economía.

La Teoría de la Complejidad Económica, desarrollada por Ricardo Hausmann y César Hidalgo desde el Center for International Development de la Universidad de Harvard, cambió esa perspectiva.
Su propuesta es simple y poderosa: la prosperidad de un país depende de la diversidad y sofisticación de las capacidades productivas que sus ciudadanos y empresas poseen y combinan.

1. El núcleo del modelo: el know-how como capital acumulativo

La riqueza de una economía no depende tanto de sus recursos naturales, sino de su capacidad colectiva para mezclar conocimiento especializado.
Este know-how se distribuye en las personas, empresas e instituciones, y su valor radica en la forma en que se conecta y se complementa.

Un país o ciudad que produce bienes complejos (tecnología médica, maquinaria de precisión, software, energías renovables) revela una red densa de capacidades; mientras que economías que dependen de productos primarios o de bajo valor agregado muestran una red limitada.

En términos prácticos, la teoría propone un indicador: el Índice de Complejidad Económica (ECI), que mide qué tan diversificada y sofisticada es una economía, prediciendo con bastante precisión su potencial de crecimiento a largo plazo.

2. Aplicaciones concretas: lecciones desde América Latina

Diversos países latinoamericanos han adoptado la teoría como herramienta de política pública para diseñar estrategias de diversificación productiva:

  • Chile, a través de su programa Transfroma Chile, incorporó los análisis del ECI para identificar clústeres emergentes en minería verde, agroindustria sofisticada y energías limpias.
  • Colombia, con el liderazgo del Departamento Nacional de Planeación (DNP) y el Harvard Growth Lab, aplicó la teoría en la creación de hojas de ruta de complejidad económica para departamentos como Atlántico y Antioquia, impulsando industrias con alto potencial de escalamiento.
  • En México, el enfoque ha sido utilizado en estudios regionales y diagnósticos estatales para identificar capacidades subutilizadas en sectores como la manufactura avanzada, la agroindustria y la economía creativa.

En todos los casos, el punto en común es el mismo: identificar las capacidades productivas existentes y construir, paso a paso, nuevas combinaciones de conocimiento local.

3. El desafío institucional: continuidad y aprendizaje público

En el ámbito de la gestión pública, la teoría de la complejidad económica nos enseña una lección crucial: el conocimiento institucional también es una capacidad productiva.

Cada administración pública acumula experiencias, redes, metodologías y aprendizajes que forman parte de su know-how institucional.
Sin embargo, en muchos gobiernos, ese conocimiento se pierde con cada cambio de administración, rompiendo cadenas de continuidad que tardaron años en construirse.

Preservar y transmitir ese conocimiento —documentando buenas prácticas, fortaleciendo equipos técnicos, promoviendo cooperación internacional— es tan importante como construir infraestructura o atraer inversión.
La continuidad institucional es parte del capital intangible de una ciudad o región.

4. De la complejidad al territorio: la economía como red viva

Aplicar la teoría a nivel local implica entender que las ciudades son sistemas complejos, donde el conocimiento no reside en una sola empresa ni en un solo actor, sino en la red de relaciones que une a todos: emprendedores, universidades, gobiernos y comunidades.

Una ciudad que apuesta por la complejidad productiva no busca crecer a través de subsidios, sino mediante la conexión de capacidades existentes:

  • Vincular oficios tradicionales con innovación tecnológica.
  • Transformar microindustrias locales en cadenas de valor más amplias.
  • Estimular la colaboración entre sectores productivos y universidades.

Esa es la esencia de la Economía de Barrio: transformar el conocimiento local en una red económica viva, resiliente y sostenible.

5. Conclusión: continuidad, conocimiento y comunidad

La teoría de la complejidad económica no es solo un modelo matemático: es una filosofía de desarrollo basada en la acumulación y transmisión del conocimiento.
Las ciudades y regiones que prosperan son aquellas que aprenden, cooperan y construyen sobre lo ya aprendido.

Aprovechar las lecciones de una administración pública a otra es fundamental para que las políticas no se reinventen desde cero, sino que evolucionen de manera inteligente y acumulativa.

El conocimiento —cuando se comparte y se amplifica— se convierte en la infraestructura más poderosa de cualquier territorio.
Y en esa red de saberes, la verdadera riqueza está en lo que juntos sabemos hacer.

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 Referencias sugeridas:

  • Hausmann, R. & Hidalgo, C. (2014). The Atlas of Economic Complexity: Mapping Paths to Prosperity. Harvard CID & MIT.
  • Hausmann, R. (2019). How Should Industrial Policy Be Done? Harvard Kennedy School.
  • Hidalgo, C. (2021). How Humans Judge Machines. MIT Press.
  • Harvard Growth Lab: https://growthlab.cid.harvard.edu

Campechano, desarrollador económico, innovador disruptivo, emprendedor serial.

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