José Domingo Berzunza Espínola |  La semana en que la complejidad económica cambió mi forma de ver el desarrollo

“Pepe Berzunza durante su participación académica en la ZHAW School of Management and Law en Suiza, en el programa de complejidad económica organizado junto con la Universidad de Lausana y el Harvard Growth Lab.”

Cuando recibí la confirmación de aceptación a la Summer School en Economic Complexity, organizada por la ZHAW School of Management and Law, la Universidad de Lausana y el Harvard Growth Lab, no imaginé que aquella semana de junio de 2021 dejaría una huella tan profunda en mi forma de entender el desarrollo económico.

Era un momento extraño para el mundo. La pandemia había empujado a gobiernos, empresas y sociedades a replantearlo todo: la productividad, la resiliencia, la capacidad de respuesta del Estado y el futuro del trabajo. Y en medio de esa incertidumbre, yo buscaba respuestas, nuevos modelos y un marco conceptual que explicara algo que llevaba años viendo en campeche: que no basta con desear el desarrollo, hay que construirlo con conocimiento profundo y estrategia humanamente inteligente.

Una semana que parecía un laboratorio del futuro

Del 7 al 11 de junio, las mañanas y tardes estaban llenas de conceptos que parecían sacados de una ingeniería social avanzada:
product space, know-how productivo, complejidad, path dependence, capabilities, salto productivo, diversificación inteligente.

Pero lo fascinante era otra cosa: cada una de esas ideas tenía eco directo en lo que habíamos vivido en Campeche. Cada mapa de complejidad, cada curva, cada gráfica, era como ver al estado bajo una radiografía nueva.

La voz del profesor Ricardo Hausmann —firme, aguda, siempre provocadora— hacía que uno se preguntara cosas que nunca antes había cuestionado:

  • ¿Qué sabe hacer realmente tu comunidad?
  • ¿Qué productos están al alcance si desarrollas las capacidades correctas?
  • ¿Cómo se construye una economía que aguante crisis y aproveche oportunidades?

Recuerdo una frase que me marcó profundamente:
“El desarrollo no es un acto de magia; es un acto de acumulación de capacidades.”

Un aula sin fronteras

La dinámica del curso era tan internacional como el contenido. Estaban conectados economistas de Europa, África, Asia, América Latina. Todos luchando, desde sus propias realidades, por encontrar rutas de crecimiento para lugares tan distintos como Congo, Perú, Suiza o México.

Para mí fue un privilegio estar ahí, representando también la visión de un estado que durante décadas vivió bajo la sombra del petróleo. Un Campeche que buscaba transformarse, diversificarse, reinventarse.

En cada sesión, mientras los profesores explicaban cómo construir nuevos ecosistemas productivos, yo pensaba en:

  • el potencial agroindustrial de nuestros municipios,
  • la oportunidad de desarrollar microindustrias,
  • los polos de desarrollo logísticos,
  • la formación de talento,
  • y el futuro del emprendimiento campechano.

Era como si cada concepto estuviera diseñado para ayudarnos a resolver nuestra propia historia.

La firma que certifica una transformación personal

Al final de la semana, recibimos la Confirmación de Participación firmada por tres figuras que marcan agenda global:

  • Prof. Dr. Reto Steiner (ZHAW)
  • Prof. Dr. Tobias Mettler (Universidad de Lausana)
  • Prof. Dr. Ricardo Hausmann (Harvard University Growth Lab)

En el papel aparece mi nombre:
José Domingo Berzunza Espínola

Pero lo que realmente certifica no es solo una asistencia.
Certifica una evolución.

Certifica una forma distinta de pensar el desarrollo económico.
Certifica que entendí, con absoluta claridad, que las ciudades y los estados no prosperan por accidente: prosperan cuando construyen capacidades, cuando apuestan por su gente y cuando diseñan políticas públicas que desbloquean la creatividad y el potencial productivo.

Lo que me llevé de Lausanne, Zúrich y Harvard

Esa semana me enseñó que la complejidad económica no es teoría; es una brújula.
Y desde entonces, esa brújula ha guiado muchos de mis pasos profesionales:

  • el diseño de polos de desarrollo,
  • los programas de capacidad exportadora,
  • la visión de Economía de Barrio,
  • la estrategia para impulsar microindustrias,
  • y la convicción de que Campeche puede y debe construir su propio futuro productivo.

La Summer School fue una historia que duró solo cinco días, pero que cambió diez años de mi carrera.
Y quizá, de alguna forma, también el futuro que imagino para mi estado.

“Certificado de participación de José Domingo Berzunza Espínola en la Summer School 2021 en Economic Complexity, organizada por ZHAW School of Management and Law, Universidad de Lausana e Instituto IDHEAP, y el Harvard Growth Lab dirigido por Ricardo Hausmann.”
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Campechano, desarrollador económico, innovador disruptivo, emprendedor serial.

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Soy campechano, economista y servidor público con vocación por el desarrollo económico, la innovación y el emprendimiento. Creo en el poder de las ideas y el servicio con propósito.

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