El emprendimiento no es un tema de moda. Es, en realidad, una decisión de futuro. Países y regiones que han apostado por el talento de su gente han demostrado que la innovación y la creación de empresas son motores capaces de transformar economías enteras.
Ahí están los ejemplos: Startup India, que convirtió a un país con profundas desigualdades en un epicentro de innovación tecnológica, y Start Us Up, la iniciativa que en Estados Unidos articula políticas públicas y acciones privadas para apoyar a quienes deciden crear un negocio desde cero. Estos casos nos muestran una verdad universal: apostar por los emprendedores es apostar por la dignidad, el empleo y el desarrollo sostenible.
Campeche y el reto del emprendimiento
Cuando en Campeche diseñamos el programa 1000 Emprendedores por Campeche, no se trataba de una cifra retórica. El número era un compromiso humano y político: identificar, capacitar y acompañar a mil personas dispuestas a creer en sus ideas, a convertirlas en negocios y a dar empleo a más campechanos.
El contexto no era sencillo. La caída petrolera había puesto de rodillas a la economía estatal. Pero precisamente en la crisis encontramos la oportunidad: si el petróleo ya no era el futuro, el talento de nuestra gente sí lo era.
El enfoque humano
El programa nació con una convicción clara: el emprendimiento no se impulsa solo con cursos o financiamiento; se impulsa estando al lado de la gente, escuchando sus sueños, entendiendo sus miedos y dándoles herramientas para que se atrevieran a dar el primer paso.
Recorrimos colonias, barrios, comunidades rurales. Estuvimos con jóvenes que soñaban con abrir su primera tienda en línea, con mujeres que querían transformar sus saberes gastronómicos en negocios, con productores que deseaban llevar sus productos más allá de su región. Cada historia era única, pero todas compartían la misma fuerza: la esperanza de un mejor futuro.
Más que un programa: un movimiento
1000 Emprendedores por Campeche se convirtió en un movimiento social y económico. No solo ofrecimos capacitación y acompañamiento técnico; también construimos una red de colaboración que permitió a los participantes sentirse parte de algo más grande: una comunidad de campechanos que estaban cambiando la narrativa del estado.
Así como Startup India impulsó miles de ideas y Start Us Up buscó democratizar el acceso al ecosistema emprendedor, en Campeche demostramos que, incluso con recursos limitados, era posible sembrar confianza y generar un impacto real.
Reflexión: sembrar sueños es sembrar futuro
Hoy, al mirar hacia atrás, veo que el verdadero valor del programa no estuvo solo en las cifras, sino en las personas. Cada emprendedor apoyado fue un recordatorio de que las políticas públicas deben tener rostro humano.
Como Pepe Berzunza (José Domingo Berzunza Espínola), estoy convencido de que invertir en emprendedores es invertir en esperanza. Porque detrás de cada idea está una familia, una comunidad y un futuro distinto.
El reto hacia adelante es no retroceder, no volver a recetas del pasado que han probado ser insuficientes. El camino está claro: más emprendimiento, más innovación, más confianza en la gente de Campeche.


















